I
PACTO ADAMICO
O
PACTO DE LA MAYORDOMIA DE LA
TIERRA
Este
pacto fue hecho al terminar la creación, con la última de sus
criaturas: El hombre. Os.6:7. Esta referencia deja ver que Adán fue puesto bajo
pacto. Ese pacto incluye todos los asuntos delegados y reglamentados por Dios
desde el principio con Adán. ¿De qué
consta ese pacto? ¿Cuál fue su alcance? Miremos esto a continuación.
1.
Asuntos del pacto
El pacto de
Dios con Adán consta de tres asuntos y una clausula. El primer asunto es la formalización y reglamentación de la
relación varón y mujer. El segundo es la
procreación y propagación del género. El tercero es la delegación de la mayordomía de la
tierra. Estos tres asuntos fueron
protocolizados mediante una ceremonia presidida por Dios mismo. Estos asuntos
están expuestos claramente en la
siguiente referencia.
Gn.1:28
Y los bendijo Dios, y les dijo: Fructificad y multiplicaos; llenad la tierra,
y sojuzgadla, y señoread en los peces del mar, en las aves de los cielos, y en
todas las bestias que se mueven sobre la tierra.
Es necesario que analicemos brevemente estos tres asuntos y su relación
entre sí.
1) Primer asunto: La unión del varón y la mujer. El
matrimonio. El pasaje deja claro que la
unión del varón y la mujer es una relación instituida y regulada bajo el pacto de Dios con Adán; a partir
del pacto de Dios con Adán la unión conyugal, debe ser establecida bajo
la aprobación de Dios. sujeta a los principios, normas, y propósitos
trazados por Dios mismo. No hay
fundamento bíblico para la unión libre, ni para matrimonios polígamos ni
homosexuales. Esto fue reconocido por
los profetas,(Mal. 2:13-16) el señor Jesucristo( Mt.19:4-6) y los apóstoles (1ª
Tim.2: 12,13)(Ef. 5:22-33; 1ª P.3:1-7)
2) Segundo asunto. La procreación y propagación del género. Dios en
el pacto con Adán, también reglamentó la procreación. Esta debe ser realizada
en el marco del matrimonio, es decir: a partir del matrimonio, solo dentro de
él y para el servicio de Dios Mal2:15.
3) Tercer asunto: La mayordomía de la tierra. A la
luz de Gn.1:26-28, la tierra debía ser administrada atraves de familias encabezadas
por un varón, y formadas a partir de matrimonios monógamos en obediencia a
Dios. Dios le delegó al hombre la mayordomía de la tierra. Sal. 8:3-9. El
hombre es subregente de Dios sobre la tierra. Por eso Dios lo hizo con
facultades semejantes a las suyas. Gn.1:26-28 Esas facultades capacitaban al hombre para estar en comunión
con Dios y ejercer adecuadamente la mayordomía.
Los tres
asuntos están estrictamente relacionados. La unión del varón y la mujer debe ser realizada con la
aprobación de Dios, es decir de acuerdo
a los principios, normas y objetivos trazados por Dios para esta unión[1]; de esto depende la correcta procreación y la
correcta mayordomía de los asuntos sobre la tierra. A partir del
pacto de Dios con Adán el hombre tiene la responsabilidad de administrar la tierra, conforme a la justicia de Dios.
El deber del hombre a partir del
pacto Adámico, es desarrollar en la
tierra la cultura del reino de Dios. Este es la responsabilidad del hombre dada
en el pacto con Adán. La tierra fue entregada a Adán en un estado primitivo, a
él y su descendencia le fue delegada la responsabilidad de llevarla a su estado
ideal. Por lo tanto este pacto puede
muy bien ser llamado el pacto de la mayordomía para la culturización de la
tierra.
El pacto de Dios con Adán consiste en administrar la creación sobre la
tierra en estricta sujeción Al creador. Hacerlo de otra manera era quebrantar
el pacto. Eso fue lo que Adán hizo. En el momento que decidió hacerlo a su
manera quebrantó el pacto. Eso se entiende mejor analizando la cláusula del pacto.
2.
Cláusula del pacto
La cláusula
de este pacto consta de un mandamiento positivo, otro negativo y una sentencia
penal contra la desobediencia al mandamiento negativo. Encontramos referencia a esta cláusula en la
siguiente escritura:
2:15 Tomó, pues, Jehová Dios al hombre, y lo puso en el huerto de Edén,
para que lo labrara y lo guardase. 2:16 Y mandó Jehová Dios al hombre, diciendo:
De todo árbol del huerto podrás comer; 2:17 más del árbol de la ciencia
del bien y del mal no comerás; porque el día que de él comieres, ciertamente
morirás.[2]
a.
El mandamiento positivo
Con el
mandamiento positivo Dios le dio al hombre el derecho a disfrutar
de la inmensa mayoría de la creación. De todo árbol del huerto
podrás comer. Este es el mandamiento positivo. Supongo
que en el huerto se hallaba toda la variedad de frutales y hortalizas que Dios había creado. Lo que le fue dado
para disfrutar legítimamente era
muchísimo más del noventa y nueve punto noventa y nueve por ciento.
b.
El mandamiento negativo
Más del árbol de la ciencia del bien y del mal no comerás. Este era el mandamiento negativo. Con este
mandamiento Dios establece legalmente su soberanía sobre el hombre. Le hace saber al hombre su deber de
subordinarse a Dios. Le hace saber su derecho como creador a reservase
cualquier parte de la creación.
La
desobediencia a este mandamiento,
implicaba rechazo decidido y voluntario a la soberanía de Dios para
erigirse en dios para si mismo. Con la
desobediencia, el hombre estaba diciendo que en sí mismo tenía la capacidad de
guiar su vida a feliz término. Tal acción de parte del hombre era una manera de
decirle a Dios que se hiciera a un lado,
que ya no lo necesitaba más, que en
adelante él sería norma para sí y no Dios. Esa sería una clara decisión altiva,
arrogante, soberbia[3].
Una verdadera e insolente rebelión.
c.
La sentencia penal
Dios fue suficientemente claro con el hombre al advertirle las
consecuencias de su rebelión. El día que de él comieres, ciertamente
morirás. Esta
sentencia es la parte central de la cláusula.
A la luz de las
implicaciones de la desobediencia, esta es una sentencia realmente justa. La
decisión de desobedecer al mandamiento de Dios no merecía menos que la muerte.
La muerte es la justa consecuencia y pena contra la desobediencia a Dios. Pues, con la desobediencia, el hombre estaba
asumiendo que ya no necesitaba la fuente de la vida para subsistir y llevar su
existencia y lo que Dios le dio a un estado glorioso. De manera que al
desobedecer a Dios el hombre mismo decidió escoger la muerte. La muerte es lo que el hombre escogió y lo
que justamente merece. ¿Cómo pretenden tener vida los que quieren prescindir de
Dios si Dios es la única fuente de la vida?
Los que escogen sus
propios deseos en lugar del consejo de Dios, no deben quejarse de la muerte
porque es lo que han escogido. La muerte
es realmente lo que el hombre quiso escoger para sí.
Es bien claro
que de esta cláusula depende el estado y condiciones en las que el hombre
ejerce su mayordomía. Adán el primer
hombre fue creado en un estado de justicia y santidad, y puesto en
circunstancias especiales con la responsabilidad y posibilidad de permanecer y
mejorar ese estado y condiciones originales o de perderlos. La obediencia a
este mandamiento le permitía permanecer y mejorar el estado y condiciones en
que había sido creado y puesto. Si
desobedecía lo perdería. Si Adán
quebrantaba la cláusula, el estado y condiciones para cumplir sus deberes ya no
serían las mismas; ya no podría ejercer la mayordomía en un estado de vida sino
en uno de muerte. La cláusula le exigía al hombre administrar la tierra en
perfecta obediencia a Dios. Si
quebrantaba la cláusula, ninguno de sus deberes le sería quitado, pero
si le sería quitado ciertos privilegios.
d.
Alcance del pacto
El pacto de
Dios con Adán es de alcance universal, incluyó a toda su descendencia. Los
deberes que en este pacto le fueron dados a Adán, deben ser asumidos por todos los hombres y de
la manera que Dios se los indicó a Adán. Mt.19:46; 1ª Tim.12, 13. En Adán estaba representada toda su descendencia; una
evidencia de esto es que la respuesta de
Adán a la cláusula del pacto afecto a toda su descendencia de diferentes
maneras. Gn.3:23-24; Ro.3:23; 5:12, 17-19; 1ª Cor.15: 21-22.
[1]
El matrimonio como Dios lo quiere de principio a fin. Ramiro Beltrán G.
Inédito.
[2] Al parecer esta cláusula fue dada a Adán
antes que Dios creara a Eva, pero ella tenía conocimiento de la cláusula en el
momento que fue tentada. Gn.3:2,3.
[3]
La soberbia, la arrogancia, la altives, es la tendencia a proceder
prescindiendo de la palabra de Dios. Es la actitud de hacer
las cosas conforme a nuestros deseos personales y no según los
principios de la palabra de Dios.
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